martes, 2 de enero de 2018

Patria



Autor:  Fernando Aramburu

 

            Desde hace un tiempo prefiero leer relatos cortos; sin embargo, ante el éxito de este título, he decidido afrontarlo sin dejarme amedrentar por lo extenso de la novela. Y ha sido un acierto. La lectura es rápida, ágil e intensa. Yo, en mi ignorancia sobre el autor, pensé que quizá fuera alguien sin mucho oficio literario que aprovechaba el parón en la actividad etarra para sacar un librillo al mercado. Pero, ¡gran sorpresa!, resultó que no era ningún advenedizo, sino un escritor bregado en estas lides con numerosos premios. Y, por tanto, de escritura brillante.

 

            Nos cuenta la historia de ficción de dos familias que fueron inseparables hasta que la irrupción de la violencia sembró el odio y la muerte. Dos mujeres son amigas íntimas desde su juventud, viven en el mismo pueblo y sus vidas transcurren paralelas y ajenas al terrorismo que ya afligía su tierra. Sin embargo, todo cambia cuando el hijo de una de ellas ingresa en la ETA y después el marido de la otra es asesinado por esta banda en su mismo pueblo tras haber sufrido el aislamiento social y ser acusado de chivato. Su viuda, desde ese momento, sospecha que el asesino es el hijo de su amiga. Y esta duda no se resuelve hasta el final del libro. Cada personaje cuenta la historia como la vive, y resulta revelador el enfoque de aquellos que se sitúan en el lado violento. De nuevo vemos que el pensamiento es lo que mueve el mundo. Todos creen que actúan cargados de razón aun cuando esta actuación sea el asesinato. Es inevitable evocar la teoría de Hannah Arendt sobre la banalidad del mal que sostiene que no es necesario ser un gran malvado o un loco  para cometer grandes crueldades, sólo se requiere perder la noción de la dignidad humana y limitarse a obedecer instrucciones burocráticas de una organización. Y creo que esto, junto con la calidad literaria, es lo más subyugante del libro.

 

           

            Para quienes por razón de edad hemos vivido y sobrevivido al terror etarra, esta novela es imprescindible. Y para quienes, por demasiado jóvenes, ni sospechan lo terribles que fueron esos años, es aún más necesaria. A menudo el tiempo suaviza los acontecimientos y no podemos tolerar que el olvido, que de suyo tiende a la indulgencia, sepulte de nuevo a aquellos que murieron o sufrieron de cualquier modo tanta ignominia.

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