Autor: Nikolai Gogol
Otra
brevísima narración que cautiva desde la primera frase. ¿Será quizá porque los
clásicos nunca defraudan? Me malicio que esta sea una razón de peso.
Dostoievski dijo de este cuento “Todos crecimos bajo el capote de Gógol”. Poco
más podemos añadir nosotros. Esta referencia avala por sí sola su lectura y nos
garantiza una pieza magistral.
Un
gris funcionario ruso de mediados del XIX sobrevive en el frío San Petersburgo.
Su tarea consiste en copiar documentos, lo que ejecuta con primor y eficacia.
Soporta las burlas de todos sus compañeros, sin capacidad para enfrentarse a
ellos. Es lo que hoy en día llamaríamos un friki sometido a acoso laboral. Lo
que viene siendo la inmutable naturaleza humana. Nada nuevo bajo el sol. La ya desdichada
situación en la que se encuentra, se agrava con la imperiosa necesidad de un
capote nuevo. Este gasto extraordinario e ineludible supone un grave
contratiempo. ¿Cómo obtener la elevada suma de rublos que exige el sastre? Sin
embargo, este revés se transforma en un aliciente para su vida, en realidad se
convierte en el centro de sus intereses y su corazón. La amenaza se torna en
ilusión. Busca telas, ahorra poco a
poco, sueña con la prenda y finalmente lo consigue. ¡No puede ser más feliz! Pero
no termina ahí el cuento. Las envidias y la fatalidad acechan al funcionario.
Pocas
páginas que resplandecen con la maestría de un gran autor capaz de transmitir
las pasiones y miserias que componen el ser humano. Y que recurre a la fantasía
para convertir el relato en un verdadero cuento.
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