martes, 26 de abril de 2016

Andanzas del impresor Zollinger

Autor: Pablo D´Ors
           
           
            August Zollinger, el protagonista, siente la vocación de ser impresor en su pueblo. Pero quienes ya tenían este negocio establecido desde hacía mucho tiempo, le echan a patadas del lugar. En vista de lo cual, decide marcharse a buscar otras ocupaciones. Así le vemos sucesivamente como ferroviario, soldado, funcionario del más bajo nivel y zapatero. Cada episodio nos ofrece, al menos, un hilo conductor: el amor, el compañerismo y la amistad, el desprendimiento y el valor del silencio, el amor al trabajo escondido que nunca ve nadie, la perfección en el trabajo…

            Yo en particular, orgullosa funcionaria, he disfrutado especialmente con el capítulo dedicado a la humilde tarea de sellar documentos, que ejercía con admirable ilusión infantil. Todo lo hacía por la dignidad del oficio mismo, y nunca dejó de creer que poner un tampón bien era mucho mejor que ponerlo mal.

            A la manera de un cuento, el relato es delicado, tierno y carente de maldad, sin ningún personaje cruel. Triunfan el bien, el esfuerzo, el amor, el trabajo bien hecho. Todo ello sin un deseo explícito de moralizar y con un lenguaje sencillo que consigue una impresión final de paz y buen humor.
           

En el camino vital que recorre el impresor, tan importante es el objetivo último como lo que ocurre mientras se consigue. Zollinger nos recuerda que es imprescindible vivir con un anhelo, pero que este no debe transformarse en una obsesión que nos impida disfrutar la felicidad agazapada en cada instante y que sólo cada uno es capaz de hallar.

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