Autora: Aimee Bender
De
nuevo, un acierto de título y un planteamiento sugestivo.
Rose,
de ocho años, prueba el pastel de limón que ha preparado su madre. Pero
descubre, con estupor, que sabe a vacío y amargura. A partir de entonces, todas
las comidas que toma saben a los sentimientos que envolvían a los cocineros
cuando las elaboraron.
Con
este arranque tan original, se desliza una novela de factura un poco extraña.
No sigue un hilo argumental claro o tradicional. Y tiene tantos elementos
surrealistas que a veces es difícil seguirla.
Nos cuenta los
secretos de una familia con un padre con pánico a los hospitales, una madre que
salta de una actividad a otra para huir de una vida sin objetivo, un hermano
superdotado que, sin embargo fracasa en sus estudios y sus relaciones, y la
protagonista, con sus miedos y su don de adivinación. Así, su lectura es un
poco desconcertante, al menos para mí que quizá tenga unas expectativas
literarias más tradicionales, pero, sin embargo, el final redime las páginas
precedentes.
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