Autor: Henry James
Un
pintor coincide con su enamorada de antaño, ahora casada con un hombre cuya
característica principal es la de mentiroso. Mentiroso sobre todo en detalles
pequeños, nimios y aparentemente sin trascendencia, pero que es incapaz de
evitarlos. Con la oscura y turbia intención de recuperar a su amada, le propone
al marido pintar su retrato. Realmente lo que busca es mostrar en él la
realidad de su carácter con el fin de que su esposa se dé cuenta de que es un
falso y le abandone y caiga de nuevo en los brazos de su enamorado pintor.
Leemos
una pequeña obrita de un grande de la literatura americana con una enorme
hondura en el estudio psicológico de los personajes. ¿Es el mentiroso un
enfermo, un hombre ruin devorado por el vicio de la mentira? ¿Es la esposa un
alma inocente arrastrada por la maldad del marido o acaso es peor que él? Y el
pintor ¿está inspirado por el noble deseo de liberar a la mujer de un desalmado
o quizá se abandona a la venganza? Definitivamente, la lectura de los clásicos
nunca defrauda ya que si han sobrevivido al paso del tiempo es sin duda porque
son capaces de llegar al alma de cualquier lector.
De
las actitudes del matrimonio protagonista llama la atención la absoluta falta
de reconocimiento del mal y la ausencia de miedo a las consecuencias, lo que
hace imposible el arrepentimiento y la mejora. Dado que el bien se conoce
cuando se hace y el mal cuando no se hace, conviene que no consideremos trivial
ningún defecto ya que, aunque comience siendo un juego inofensivo, si no se
combate crece y se apodera de nuestra voluntad.
Aut
~
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