Autor: Michael Quint
Una
de las novelas más breves y, sin embargo, más intensas que he leído nunca, a la
vez que original y diferente. Con cierto barniz autobiográfico y grandes dosis
de homenaje al padre del autor, miembro de la resistencia francesa, y al
abuelo, combatiente en Verdum. Recomiendo conocer con anterioridad la figura de
Maurice Papon para comprender mejor el relato.
El
protagonista, en la edad madura, rememora su infancia. Comienza contando el
bochorno que pasaba cuando su padre actuaba como payaso de manera altruista
para alegrar la vida de otros niños. Quien, a pesar de ser maestro de escuela,
adoptaba un papel tan ridículo a los ojos de su hijo que le hace experimentar «Tanta
vergüenza y odio que se lo habría dado al primer huérfano que pasara si hubiera
creído que alguno lo habría aceptado». Igual de absurdos le parecen sus tíos, un
matrimonio de bobos cuya existencia, a todas luces, había sido anodina.
Y,
sin embargo, como tantas veces sucede, nada es lo que parece. Y precisamente es
su tío quien le desvela el sorprendente
pasado de sus ridículos familiares.
Cuántas
veces debajo de una situación hay un mundo opuesto a lo que percibimos, y nos
vemos obligados a desdecirnos a nosotros mismos del juicio previo. O lo que es
peor, debemos arrepentirnos de lo que aseguramos ante otros con la certeza de
que no era posible otra interpretación.
También
nos regala una reflexión preciosa sobre la bondad, el heroísmo, el sacrificio y
el compañerismo, incluso en las situaciones más duras. Y cómo las experiencias
vividas condicionan nuestro futuro, de forma que el bien recibido nos emplaza a
devolverlo a otros.
Gran
literatura de un Académico de la Lengua belga que compone un relato que, quizá,
necesite dos lecturas para disfrutarlo plenamente.
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